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Editorial de Gustavo Estigarribia

En el recinto del Honorable Concejo Deliberante de San Miguel, el edil Javier Perez, representante del espacio UP de las y los Trabajadores, y con representación gremial en Bancarios, expreso con la fuerza que le da el respaldo factico que representan un millón de firmas juntadas en pocos días.

Los vecinos de distintos respaldaron de manera automática esta disparatada idea de privatizar la entidad bancaria con representación estatal más importante del país. Una fuente de trabajo, producción y movilidad social en general ya que abarca todos los rubros del arco productivo de la vida comercial del país.

Un millón de firmas respaldan a conciencia y le dan un mensaje directo al poder ejecutivo nacional, donde la clara lectura les dice que seguro es necesario la actualización de una reforma del sistema financiero, pero el mismo es con el principio fundamental de “todos adentro”. Nadie puede estar al margen.

El presidente ganó en un ballotage, debe respetar las atribuciones que le otorga su estadio, pero no tiene un cheque en blanco para deshacer el estado. Sus facultades tienen un limite y el mismo nace donde colisionan con los derechos de los ciudadanos. Seguramente el Presidente debería escuchar y ocuparse de temas importantes como gas, luz, salud etc.

Luego de la existencia y puesta en marcha del código Justiniano allá por el siglo XVII la iglesia y sectores de grandes comerciantes, luego del trueque como herramienta de intercambio de género y especies, surge la idea de tener una banca social que de manera privada ejerza la posibilidad de arbitrar los medios para que todos los sectores pudieran comercializar sus producciones. Luego se dieron cuenta que había que inaugurar una figura que se llamo “La Banca”, es decir el banco, todos pagaban con certificados , era el oro, el metal. Encontraron una herramienta que le pusieron moneda, junto a él dijeron entregar certificados es muy burocrático, automáticamente nace el billete. Nadie puede eludir la faz social de una organización de estado, ni siquiera las “Fuerzas del cielo”.

Editorial : Gustavo Estigarribia

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