Asma, con diagnóstico y tratamiento se puede llevar una vida plena
Por Dr. Daniel Cassola
El primer martes de mayo de cada año se celebra el Día Mundial del Asma, jornada en la que se trabaja distribuyendo información sobre esta patología.
Seguramente que al mencionar la palabra asma todos pensemos inmediatamente en los ataques, que se caracterizan por la disnea (falta de aire) y las sibilancias.
Durante un ataque de asma, el revestimiento de los bronquios se inflama, lo que provoca un estrechamiento de las vías respiratorias y una disminución del flujo de aire que entra y sale de los pulmones.
Los síntomas recurrentes causan con frecuencia insomnio, fatiga diurna, una disminución de la actividad y absentismo escolar y laboral. La tasa de letalidad del asma es relativamente baja en comparación con otras enfermedades crónicas. No obstante, se calcula que en todo el mundo fallecen alrededor de 250 mil personas por esta enfermedad.
Si bien las causas más profundas del asma todavía se desconocen sí se sabe que puede ocasionar un ataque. Hay diferencias entre casos pero los factores de riesgo más comunes son los distintos productos que se pueden inhalar.
Hay alérgenos, o sea elementos que provocan asma, que podemos inhalar en espacios abiertos y otros que se encuentran en espacios cerrados. Entre estos últimos los más comunes son los ácaros presentes en el polvo que se encuentra en la ropa, las alfombras y los muebles. También la caspa de los animales domésticos puede provocar una reacción.
En espacios abiertos los alérgenos más comunes son el polen y el moho. Pero también pueden ocasionar ataques algunos productos químicos y el humo de tabaco. Ni hablar del humo de tabaco en un espacio cerrado, quizás una de las peores combinaciones para un asmático.
La Organización Mundial de la Salud estima que hay unas 230 millones de personas que viven con asma en todo el mundo. Si bien no tiene cura, si se acceden a los medicamentos y a los tratamientos indicados, un asmático puede aspirar a una vida de alta calidad.
Pero el paso inicial para una buena vida es un diagnóstico. En este caso, y como en tantas otras patologías respiratorias, se comienza mediante una espirometría.
Es un estudio sencillo e indoloro que nos permite diagnosticar el asma y detectar otras patologías como el EPOC.
Recomendamos la realización de este tipo de estudios y controles ya que peor que estar enfermo, es estar enfermo y no saberlo.