La violencia se ha vuelto, tristemente, parte de la vida cotidiana de las personas, como el café en el desayuno o el mate por la tarde. Particularmente, las agresiones contra las mujeres, a pesar de la lucha diaria, se repite y se siguen escuchando mes a mes nuevos nombres de chicas que han sufrido abuso en diferentes niveles, incluso, hasta ser asesinadas por un ser que cree que tiene el poder de decidir sobre la vida, la sexualidad y las intenciones de una mujer.
A las 20 del 3 de mayo, Laura había salido de rendir un examen y se dirigía a su casa, cuando estaba llegando al cruce de Gutiérrez y Ruta 8, cuatro hombres borrachos la agarraron y uno de ellos tocó sus partes íntimas. A pesar de que ella gritó y amagó a llamar a la Policía, uno de los hombres le dijo que ni ella, ni las autoridades, ni nadie iban a poder hacer algo porque ellos eran militares. Laura comenzó a caminar más rápido rumbo a la universidad, tomó su teléfono y llamó igual. La policía primero atrapó a tres de los agresores y luego de unas horas, al cuarto que, casualmente, estaba a una cuadra de la UNGS .
Cuando fueron detenidos se reveló que los atacantes pertenecían a las fuerzas militares. Tal vez pensaron que por eso iban a quedar libres y que nadie iba a hacer nada. Pero corren con la desventaja de que Laura es militante de un partido de mujeres de izquierda, de que está organizada y de que tiene un gran respaldo para accionar contra los abusadores. Después de que se difundió lo sucedido, los estudiantes de la UNGS organizaron una asamblea de la que participaron varias agrupaciones contra la impunidad machista y en apoyo a Laura, quien destinó unas palabras luego de una reunión con el rectorado de la institución: “¿Cómo puede ser que no podamos salir tranquilas?”, expresó y advirtió que ante una situación como esa no hay que callarse.
No sólo no hay que guardar silencio, sino que hay que concientizar sobre las diferentes situaciones que niñas, adolescentes y adultas sufren sólo por ser parte del género femenino. También, se debe buscar visibilizar la causa del feminismo, que no se trata de mujeres haciendo disturbio, sino de una lucha de todos los días en contra de las desigualdades entre ambos sexos. Por eso y mucho más, después de la asamblea, los estudiantes marcharon pidiendo algo que se busca en todos los rincones del país, pero que es difícil de encontrar: justicia.
Lucía Tedesco