La arritmia cardíaca es factor de infartos y accidentes cerebro vasculares, por lo que no puede considerarse como algo “normal y pasajero”, sino que debe tratarse cuanto antes. Para ello, claro está, hay que detectarla. La arritmia supone que el corazón pierde parte de su coordinación al latir, se desordena su ritmo.
Por Dr. Daniel Cassola
Uno de los tipos más comunes se denomina fibrilación auricular, y tiene una alta prevalencia en nuestro país, ya que ronda los 400 mil casos, y por lo tanto está cerca de afectar al uno por ciento de la población. Se da, sobre todo, en mayores de 40 años y sube mucho su prevalencia en mayores de 80, donde puede alcanzar al 8 por ciento.
Se puede considerar a la fibrilación auricular como la “epidemia del siglo XXI”. Hoy hay más casos que diez años atrás porque la población aumentó y también mejoraron los tratamientos, por lo que los pacientes pueden tratarse y superar los 75 años de vida.
Algunos de los factores que pueden llevar a la arritmia son la cardiopatía isquémica, insuficiencia cardíaca, enfermedad reumática, obesidad, hipertensión, entre los más frecuentes.
Aunque también la fibrilación auricular puede presentarse en corazones aparentemente sanos, como ocurre en un tercio de los casos en la población general. Existe una porción de pacientes que no presentan síntomas, personas que tienen sus corazones aparentemente sanos, que no han sentido nunca un malestar, ni palpitaciones extrañas. Estos pueden ser los casos más riesgosos ya que pueden tardar mucho tiempo en realizar la consulta médica. En nuestro país en promedio un paciente puede demorar alrededor de 6 años en ir al médico para su tratamiento definitivo.
En la mayoría de los casos el síntoma más común es la palpitación, pero además puede haber otros como la falta de aire, el malestar en el pecho, los mareos e incluso desmayos. En el caso de las arritmias, la primera señal es sentir el latido, darnos cuenta que estamos teniendo palpitaciones.
La fibrilación auricular puede tratarse, y el índice de curación es alto. Si bien en algunos casos no puede prevenirse, ciertos hábitos de vida pueden ayudar a demorar su aparición. La alimentación saludable junto con el ejercicio son hábitos recomendables para cuidar la salud del corazón.
Es fundamental la consulta periódica con el médico especialista para detectar tempranamente cualquier tipo de anomalía. El diagnóstico precoz es la forma más eficiente de evitar complicaciones a futuro.